25 enero 2012

Una obra cinematográfica oscura, pero hipnótica

Las palabras del título no son mías. Bueno, no lo es la frase, pero varias de esas palabras utilicé, antes de leer luego esta crítica, cuando hablé sobre qué me había parecido esta película. Así que me permito apropiármelas por un rato.

 

Ya desde los títulos iniciales se percibe aquello que intento resumir yo en el título de esta entrada. Es imposible dejar de ver, no dejarse llevar por la música.

Mikael Blomkvist es un periodista que se encuentra en un mal momento de su carrera; quiso desenmascarar a un industrial sueco pero termina perdiendo una demanda millonaria por difamación y la revista para la que trabajaba entra en problemas. Lisbeth Salander es una joven de 23 años, antisocial, pupila del estado, hacker, punk, bisexual. Sus caminos se cruzan en medio de un policial que Fincher sabe teñir de misterio, sensualidad, tensión, cuando a Blomkvist le ofrecen un trabajo que en ese momento de su decaída carrera no puede rechazar: escribir una autobiografía que en realidad consiste en investigar qué pasó con un miembro de la familia de Henry (el hombre que lo contrata, interpretado por Christopher Plummer). La película habla sobre las relaciones, las ambiciones, las familias burguesas, las traiciones y temas varios, por lo que termina siendo mucho más que un simple policial, más bien un retrato frío, oscuro, perturbador y sensual de una sociedad.


Spoilers y divagues...

Lisbeth y Mikael se encuentran, no sólo el uno al otro, sino a ellos mismos, en medio del frío y la nieve. No sólo ella lo salva a él cuando lo rescata del villano. Él la salva a ella dándole algo que hasta el momento no pudo obtener y tiene que ver con esas cosas que pasan cuando dos personas se juntan, se tocan, se sienten. 

Lisbeth no es la misma cuando está con él, aunque al principio parezca que sí. Pero al final se decepciona y tira todo a la basura, no sólo una campera carísima que le iba a regalar.


La película es apta para mayores de 18 años y si bien es larga, las dos horas y media que dura no se hacen notar. Tiene una fotografía muy buena y un tratamiento sonoro increíble, más aún si se le presta mucha atención al viento que cierra una ventana, por ejemplo.

Resta aclarar que no leí ninguno de los libros ni he visto aún las versiones suecas. Me interesa hacerlo pero sabía que si veía la película después de leer el libro, probablemente tardaría mucho en hacerlo. Y aquí estoy.

Ah la frase del título pertenece a la crítica de David Denby para The New Yorker.

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