01 abril 2013

Ese momento en que el corazón quiere salirse del pecho

En Suecia, hay más de cuatro mil personas con administradores. Las razones más frecuentes suelen ser una enfermedad psíquica manifiesta o una enfermedad psíquica combinada con graves abusos de alcohol o narcóticos. Una pequeña parte está configurada por individuos que padecen demencia senil. Un número sorprendentemente alto de los que se encuentran bajo la custodia de administradores está constituida por personas relativamente jóvenes: treinta y cinco años o menos. Una de ellas era Lisbeth Salander.



Me tomé mi tiempo en decidirme hacerlo pero aquí estoy, acabo de terminar el primero de los tres tomos de Millennium (hoy ya empecé con el segundo). Como sólo había visto la película de Fincher, Lisbeth para mí tiene la cara de Rooney Mara. Y Mikael la de Craig, claro. Ya me pondré al día con las películas suecas.

Pero estoy fascinada con el libro. Además de que la historia, con todas sus aristas, me atrapó mucho y me hizo sentir mucha empatía con Lisbeth y Mikael, me pasa que me resulta sumamente cinematográfico el relato. Por momentos parecería casi estar dividido en escenas y montado, la película surge casi naturalmente en mi cabeza.


¿Que la cogiera en sus brazos? ¿Que la llevara apasionadamente al dormitorio y le arrancara la ropa? No, en realidad, sólo quería su compañía. Quería oírle decir que la quería por ser quien era, que era especial en su mundo, en su vida. Quería que le diera una prueba de amor, no sólo de amistad y compañerismo. "Me estoy volviendo loca", pensó.

No puedo dejar de pensar en Lisbeth Salander.

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