Me gusta escribir. No es novedad. Y si bien últimamente he decidido escribir mucho en formato digital (y cuando digo mucho realmente quiero decir mucho pero también es cierto que escribo más que nada para mí y nadie más que yo), siempre amé escribir a mano.
Tengo cantidad enorme de cuadernos que me compré sólo porque eran bonitos y la mayoría están sin uso porque ya no se me ocurre en qué usarlos. Y amo los artículos de librería por lo que cada dos por tres salgo de Librerías Levalle (me gusta porque es como un shopping, aunque sólo me gustan cuando no me preguntan los vendedores constantemente qué estoy buscando, sobre todo porque nunca busco nada en particular) con una bolsita llena de biromes, marcadores, lápices de colores y alguna cosa más.
Hace poco mi novio me regaló, como para inspirarme a escribir, la Antiagenda de Keri Smith. La verdad es que nunca había comprado nada de ella porque en general me parecen un poco estúpidas sus propuestas (bueno, sabía más que nada de Wreck this journal y no me interesaba en lo absoluto aunque después descubrí que tiene muchas cosas y puede que alguna otra me interese un poquito). Lo cierto es que es una divertida manera de escribir, a veces cosas profundas e importantes (me sirvió como desahogo en un momento reciente que tuve de crisis -una de mis tantas) y otras más intrascendentes o aleatorias, como listas de cosas. Y además su diseño es tan bonito que me permite hacer otra de las cosas tontas que me gusta hacer: colorear.
Pero como últimamente no sé por qué me he sentido más inspirada que de costumbre, y tenía un bellísimo cuaderno lata que me compré como producto de uno de mis tantos impulsos, decidí que era hora de empezar mi diario.
No es mi primero y seguramente no será el último, pero hace muchísimo que no escribo oficialmente en un diario. Sí llevo siempre un cuadernito conmigo por si a veces estoy fuera de casa y necesito escribir, pero esos cuadernitos terminan siendo un rejunte de notas sin mucho sentido entre sí.
Así que hoy me propongo empezar este diario y ser constante, algo que en mi vida me cuesta y mucho, quizás por lo rápido que cambio de opinión o que me aburro de las cosas. Y lo firmo acá por escrito así en caso de abandonarlo cuando entré a leer esto me sienta mal, como cada vez que leía las resoluciones que hacía a fin de año (que decidí dejar de hacer y listo) y nunca las había cumplido.
Este es el viaje que empiezo hoy.
1 comentarios:
Una buena.
Yo alguna vez tuve esa costumbre, pero lo dejé de lado. Y el blog ocupó ese lugar.
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