14 noviembre 2014

Cuando se trasciende lo virtual

A mí internet me cambió la vida. En un principio no parecía que fuera para bien. Cuando me pusieron internet en mi casa, tras estar varios años caminando hasta algún cyber (¿todavía existen esos lugares?), no supe cómo manejar de repente tener todo tan accesible. Es incluso aterrador hoy en día para mí pensar en todo lo que hay en ese lugar virtual, la cantidad de información y de personas.

De manera compulsiva (creo ésa que es una de las palabras que mejor me define) me encerraba en mi casa sólo para poder pasar todo el día allí dentro, o sea, enfrente a la computadora. Me alejé de la vida social, mi vida social era ésa, se sucedía ahí dentro de esa caja cuadrada. A veces es más fácil hablar con gente que no conocés. Lo sabe Lisbeth Salander, lo supo Cielo Latini (perdón, acabo de terminar de leer Abzurdah y quizás ese libro me trajo a mi cabeza aquella etapa de mi adolescencia no tan adolescente, porque la mía duró un poco más de lo normal), y lo supe yo y lo deben saber miles de personas más.

Con el tiempo, tras un fallido paso por la facultad en una carrera elegida casi de manera azarosa, decidí estudiar cine. Ése fue el comienzo de algo que todavía no sabía bien qué iba a ser. Lo cierto es que me hice amigas (amigas de verdad, amigas que años después veo seguido y con quienes hablo casi a diario, a diferencia de muchas otras que pasaron antes por mi vida, que eran más bien compañías momentáneas) y descubrí que sí, que mi pasión estaba en el cine. No sabía bien en qué parte, haciendo qué, pero podía refugiarme en una película en lugar de en algún chat o foro con gente tan perdida como uno.

Pero como las cosas siguen avanzando, como la vida, hubo un momento en que todo se unió en un lugar perfecto. Y allí pienso en un blog de cine que una chica a la que apenas estaba empezando a conocer comenzó a escribir, seguramente sin imaginarse en todo lo que derivaría y, sobre todo, que iba a funcionar como punto de encuentro de gente que también necesitaba conectarse de otro modo y más que nada a través del amor por el cine. Y pienso en Cinescalas, blog por el cual conocí a mucha gente que hoy por hoy considero amigos de por vida. Y yo nunca me caractericé por ser una persona muy amistosa.



Y por eso me enorgullece saber que en unas semanas, en ese festival de cine que no sólo cuenta con un prestigio muy importante, sino que se convirtió en una cita obligada para mí año a año, la gente va a poder ser testigo de lo que pasa ahí dentro, al menos una parte de eso, pero lo que más orgullo me da es saber que soy aunque sea una pequeña parte de eso. Y si bien me aterra la idea de verme en pantalla grande, no puedo dejar de imaginarme con la mejor de las sonrisas qué se va a sentir cuando las luces de la sala se apaguen y la pantalla dé lugar a esta película que es mucho más que una película. Me trajo muchas cosas. Ganas de seguir respirando cine, amistades que sé que van a perdurar toda la vida, y una relación que pensé que nunca iba a ser capaz de tener.


Hoy más que nunca siento que no estoy sola en esto.

1 comentarios:

Milagros Amondaray dijo...

Recién leo esto. qué hermoso Jessi, gracias!