(Las sinopsis son de la página oficial del festival)
Copie Conforme -Abbas Kiarostami
Acaso el temor principal que surgió al conocerse la noticia de que Abbas Kiarostami planeaba filmar en la Toscana italiana con Juliette Binoche fuera que el realizador iraní abandonara no sólo su territorio geográfico sino su universo temático. Pero como sucedió con Hou Hsiao-hsien en El viaje del globo rojo –también protagonizada por Binoche, acaso musa de directores en exilio–, Kiarostami monta el mapa de su cine sobre el de la campiña europea y transforma a este viaje entre un hombre y una mujer que apenas se conocen (o que tal vez se conocen de toda la vida y hacen como que no) en una exploración sobre el vínculo entre ficción y realidad, entre la copia y el original, forzando a repensar esas convenciones a partir de nuevos ejes. Suerte de cruza entre El sabor de la cereza y A través de los olivos con elementos de Y la vida continúa…, Kiarostami transforma el paisaje de la Toscana en otra de esas rutas fluctuantes de su Irán natal y pone a los espectadores a atravesar un camino que va y vuelve, que se retuerce y termina chocando contra sí mismo. O contra su sombra proyectada en una pantalla.Vete más lejos, Alicia -Elisa Miller
En su opera prima, Elisa Miller propone un relato íntimo del viaje personal de una joven mexicana que decide ir a Buenos Aires para encontrarse a sí misma, lejos de sus raíces. En esta nueva ciudad, Alicia toma clases de trapecio y se encuentra ante el temor a realizar ciertas destrezas propias de esta práctica. Sin embargo, en su viaje, nada parece detenerla: decide ir aún más lejos y, esta vez, viaja hasta llegar a El Calafate. Allí, por un lado el derrotero se volverá más introspectivo, apoyado en un uso del formato Super 8 para acompañar imágenes relacionadas con la percepción propia y, por otro, aparecerá el espacio para una nueva relación, con un joven argentino (un muy preciso Martín Piroyansky) y el uso del video como formato para narrar estos encuentros. Es en esta combinación de los espacios propios, íntimos, y los totalmente ajenos –un paisaje totalmente desconocido y lejano junto a un joven casi extraño–, en donde Miller parece hallar la dinámica de su película y presentar, de modo personal, este viaje de iniciación a la vida adulta.
The Good Life -Eva Mulvad
Dos mujeres, una madre y su hija ya mayores, viven en la soleada costa de Portugal. Siempre han contado con una fortuna a su nombre para llevar la “buena vida” frívola del título, bajo ese principio anhelado por muchos y alcanzado por muy pocos: mucho placer y nada de trabajo. Hasta que un día el dinero desapareció sin dejar rastros ni otra explicación que la del derroche salvaje del pasado. Frente al colapso de su mundo, la hija deberá salir a buscar trabajo, con un currículum vacío y una insufrible actitud de niña rica (a los cincuenta y pico) como todo mérito. Tres años estuvo la danesa Eva Mulvad detrás de esa extraña pareja, filmando horas y horas para componer un documental inmenso sobre una tragedia minúscula, que bien podría haber caído en un tono muy a la “eso te pasa por…”, pero que elude esos lugares comunes para construir un film encantadoramente despreocupado, sin agenda social a la vista. En su libertad de enfoque, The Good Life es un contrapunto ideal para tanto cine de denuncia post-crisis económica global. Además, claro, de un gran homenaje a los Grey Gardens de los hermanos Maysles.
Blue Valentine -Derek Cianfrance
(ésta ya la vi, ya hablé en el blog de ella, y saben que me gustó mucho)
Fin de semana, hija en casa del abuelo, una reservación gratuita pendiente en el hotel temático del pueblo (la habitación “futurista” parece ser la más tentadora): por esas circunstancias estúpidamente lógicas del matrimonio, el futuro conyugal de Dean y Cindy parece reducirse a una noche más bajo el mismo techo. Alrededor de esa situación definitoria, Derek Cianfrance construye su relato de amor oxidado, que atraviesa las décadas recientes del indie norteamericano hasta toparse con el fantasma de John Cassavetes. Con una estructura que desafía a la linealidad más común en las historias de parejas-que-ya-no-se-aman-pero-siguen-juntas-por-sus-hijos, la acción de Blue Valentine avanza y retrocede en el tiempo, alternando temporalidades para contrastar todo aquello soñado y prometido que jamás se vuelve realidad. Lo sorprendente del caso es que cualquiera de estos rasgos de originalidad narrativa termina pareciendo ínfimo en comparación con las interpretaciones de su dupla protagónica; como reforzando, de alguna manera, la poética cassavetiana.
She Monkeys -Lisa Aschan
Cuando Emma conoce a Cassandra, comienzan una relación llena de desafíos físicos y psicológicos. Emma trata de hacer lo que sea para dominar las reglas del juego. Las líneas se cruzan y los riesgos se vuelven cada vez más altos. A pesar de esto, Emma no puede resistir el sentimiento intoxicante de control total. Según su directora Lisa Aschan, “She Monkeys juega con las reglas que rodean a la conducta humana. Me interesa explorar las contradicciones de la sociedad permitiendo a mujeres jóvenes llevar a cabo acciones brutales. Mostrar estos temas tabú en contraste con lo inocente y lo que parece ingenuo. El foco de la historia es el juego de poder entre dos adolescentes y el mundo que las rodea. Están en constante competencia. Van y vienen, controlando y controladas. Me interesa retratar la duplicidad y la incertidumbre. Representar a la gente como individuos, pero también como parte de una estructura mucho mayor”.
Blame -Michael Henry
Tenso, en su primera parte fuertemente enigmático, este thriller australiano arroja violencia seca y vertiginosa sin demasiados prolegómenos. Y después sigue sin mayores explicaciones. Luego del shock inicial, ponemos en orden los elementos: hay un profesor, una casa aislada, con ese aislamiento gigantesco que vimos en varias películas australianas. Una casa aislada, por supuesto, en uno de esos paisajes inequívocamente australianos. Explayarse sobre el argumento de una película como ésta, que propone intriga y tanta sorpresa para después dosificar astutamente razones y explicaciones, es ser un tanto injusto con esas propuestas. Así que digamos que la acción es muy concentrada temporalmente y que es diurna, con una luz diurna evidentemente australiana. Y que hay unos jóvenes muy atildados vestidos todos del mismo color, que hay conflictos y fuertes decisiones, que hay ocultamientos, y que la violencia electrifica prácticamente todo el relato.
Meek's Cutoff -Kelly Reichardt
Quizá pueda verse Meek’s Cutoff como un simple western reducido a su esqueleto: una serie de personajes característicos, un escenario conocido, aunque sin ningún ánimo de restaurar los rasgos narrativos consustanciales al género. Preferiría recomendar otra perspectiva: enfrentarse a la película de Kelly Reichardt (escrita de nuevo por Jon Raymond) como una película histórica; una película que aborda la Historia en sus detalles aparentemente más nimios, por mucho que el material narrativo bien hubiese podido dar lugar a un relato épico: lo hiperbólico cede su lugar a lo cotidiano. Inspirándose en un suceso histórico, Reichardt y Raymond, a medio camino entre Caravana de valientes (John Ford) y Nanuk, el esquimal (Robert J. Flaherty), reconstruyen el itinerario de unos colonos que se sienten embaucados por un explorador (Stephen Meek) en Oregón, allá por 1845, y que deambulan por un paisaje desértico e inhóspito buscando su destino pero, sobre todo, buscando desesperadamente agua. Luego de Dead Man (Jim Jarmusch), puede que éste sea el único western posible... y verosímil.
Copacabana -Marc Fitoussi
“Cualquiera sea la historia que tenga ganas de contar, no puedo evitar hacer una comedia. Me interesan los films que agitan al público. Estoy cómodo con eso porque creo que hace falta coraje para mantenerse feliz, y quiero evitar la trampa del realismo sórdido antes que nada. Prefiero aludir ese tipo de cosas. Y siempre tuve inclinación por los slackers y los perdedores, sobre todo porque aportan una dimensión de aventura hasta a la vida más rutinaria.” Qué mejor manera de adentrarse en el universo embriagadoramente caótico de Copacabana que con esa cita de su director, Marc Fitoussi; que no sólo funciona como manifiesto de un cine rebelde y vital, sino también como una especie de radiografía de Badou, la alocada protagonista interpretada por Isabelle Huppert que hará todo lo posible por recuperar el amor de su hija. En las idas y vueltas del relato, en sus múltiples intentos por volverse “un poco más normal”, Badou dejará muy en claro que la rutina existe para alterarla; para empujarla al borde de la vida.
The Fatherless -Marie Kreutzer
A partir de la muerte del padre, cuatro hermanos muy distintos se reúnen después de mucho tiempo sin verse (incluso sin saber de la existencia de uno de ellos) en las afueras de Viena. Un fin de semana de luto en el campo se convierte, de forma inevitable, en un ambiente donde la tensión familiar crece hasta el límite, mientras esos seres intentar lidiar con la herencia que recibieron. Por su parte, el padre, ahora ausente, cobrará vida no sólo en la presencia fantasmal que todavía los acecha, sino también a través de los flashbacks que nos llevan a un pasado extraño; señalando la convivencia infantil en una comunidad hippie donde las drogas y el sexo libre no eran algo exótico, y de la cual todos los jóvenes escaparon en cuanto tuvieron oportunidad. Un pasado repleto de secretos, violencia y mentiras que, tarde o temprano, verá la luz sólo para reconfigurar el presente con esa capacidad casi intrínseca que tiene el cine austríaco de unir lugares hermosos con sordidez y perversión, sin nunca perder la elegancia ni su atractivo visual.
Agnus Dei, Cordero de Dios -Alejandra Sánchez
En la última década, las denuncias de abusos de menores por parte de sacerdotes empezaron a circular con frecuencia, sacudiendo al clero internacional con un tema que por fin se debatía. Aunque muchos medios, a veces cómplices, deformaron el espesor de estos conflictos relacionados con jerarcas de la iglesia vaticana, el problema logró instalarse en la agenda pública, aunque pocas veces las víctimas pudieron dar la cara, tanto por problemas legales como por dolor o vergüenza. Este documental rompe con esa situación gracias a Jesús Romero, de 26 años, quien no sólo tiene la valentía de contar la historia de abuso que padeció quince años atrás, cuando era monaguillo, sino que inicia la búsqueda del sacerdote violador que sigue libre y protegido por la curia. Alejandra Sánchez registra atenta los pasos de Romero para desentramar la complicidad, la injusticia y la hipocresía de la Iglesia Católica, no sólo con un complejo testimonio en primera persona sino también a través de una investigación que incluye ásperos e inéditos documentos visuales sobre corrupción.
Happiness is a warm gun -Thomas Imbach
El 20 de octubre de 1992, leí en el diario que el general del ejército Gert Bastian había asesinado de un disparo a Petra Kelly, la activista del Partido Verde de los años ’80, mientras estaba dormida. Unos instantes más tarde, Bastian se suicidó. La noticia me golpeó como un rayo, aun sin ser un gran admirador de Kelly. Fue el disparo lo que me fascinó; quise saber más al respecto. No estaba satisfecho con la especulación salvaje de la prensa –rumores de una mafia nuclear, el servicio secreto chino, celos, etc.– ni con la indignación generalizada respecto a que un general retirado la hubiera asesinado mientras dormía. Para mí, estaba claro desde el comienzo que el disparo era una consecuencia de la historia de amor entre ellos; que Petra había sido parcialmente responsable de que él apretase el gatillo. Quise resucitarla en una película y, de esa manera, darle una oportunidad para comprender su propia muerte.
Weekend -Andrew Haigh
Es posible que las historias de amor de fin de semana siempre pertenezcan a ese género intermedio entre comedia y drama, bautizable como dramedias románticas. Andrew Haigh lleva este subgénero hasta las últimas consecuencias a partir de la visita de Russell a una disco gay un viernes a la noche, donde conoce a Glen y comienzan una relación de sábado y domingo, pero que tiene la intensidad de un shock emocional de largo alcance. En una Nottingham serena, la intimidad de ambos parece flotar hasta entintar de luminosidad esa locación urbana despojada. Retratando la cultura gay contemporánea sin pudores ni estilización, y sin caer en ninguna casilla trillada de marginalidad o de glamour, el ojo de la película privilegia lo más cotidiano de un romance fugaz, como los diálogos espontáneos con voz de mañana o el deseo sexual eléctrico descubriendo el cuerpo ajeno; pero sin nunca tomar el atajo del costumbrismo ni de la estampa convencional de amores pasajeros.
Le mariage a trois -Jacques Doillon
(sin sinopsis, ¿por qué la quiero ver se preguntarán si no sé nada al respecto? misterios de la vida)
Essential Killing -Jerzy Skolimowski
Si Four Nights with Anna (2008) podía parecer la esporádica vuelta al cine de un has been, con la inmediata Essential Killing queda demostrado que el polaco Jerzy Skolimowski volvió al cine para quedarse. Película de acción pura, cuya actualidad no le impide tocar temas universales, y que propone un héroe masculino diferente sin resignar un ápice de los atractivos del género, ha recibido premios desde su estreno en Venecia, entre otros el de mejor película en el vecino festival de Mar del Plata. La acción comienza en las montañas afganas, donde un guerrillero talibán es descubierto y capturado por fuerzas occidentales. Torturado e interrogado por los militares, es trasladado a una de las bases de máxima seguridad que EE.UU. tiene en el este de Europa. El resto de la película narra la fuga desesperada del guerrillero a través de un bosque nevado. En el papel protagónico, un siempre interesante Vincent Gallo acomete el desafío físico y emocional del hombre capturado, que nunca habla y de quien no conocemos ni su nombre.
Norberto Apenas Tarde -Daniel Hendler
De golpe, los cambios se amontonan en la vida de Norberto. Primero pierde su trabajo, aunque luego consigue ser empleado en una inmobiliaria. Al mismo tiempo, comienza a participar en una compañía de teatro, un poco por recomendación de su nuevo jefe, otro poco por una extraña fascinación al ver una obra. Casi desdoblado, en persona y en personaje, en máscara y en rostro, Norberto atraviesa crisis a cada paso, con su pareja y en todo ámbito en el que ensaya una nueva vida. Crisis ínfimas, porque la opera prima de Daniel Hendler tiene una sutileza notable para construir una narrativa que, con una fuerza sigilosa, se abre a una travesía montevideana donde entra y sale el humor, el misterio y la tensión dramática, entre otros matices. Más que una reflexión sobre su propio métier, la actuación, Hendler demuestra poder sostener una puesta en escena precisa, que logra que “apenas” se note –como los maestros clásicos– para desarrollar un relato contemporáneo que celebra las vidas mínimas como grandes reinvenciones.
Y las que quisiera ver pero todavía no sé si podré amoldarlas en la agenda:
13 assassins -Takashi Miike
El hiperactivo, ultraviolento, súper-excesivo Miike parece haber dejado varios prefijos por el camino para construir esta película. Y ese camino no es otro que el del samurai, pero antes de que piensen cualquier cosa –si algo aprendimos de Miike es a pensar cualquier cosa–, hay que decir que 13 Assassins no intenta parodiar al cine clásico de samurais ni darle una vuelta de tuerca. No: ésta es una película de samurais en toda regla, con sus personajes de una sola pieza, sus apropiados tonos crepusculares, incluso con más rigor histórico que muchas otras, como queda claro desde el detallista suicidio ritual del principio. Partiendo del film homónimo de 1963, Miike despliega pacientemente su visión de la decadencia del shogunato (a mediados del siglo XIX), centrándose en el sádico señor feudal Naritsugu y el equipo de guerreros, al mando del legendario Shinzaemon, quien tiene por misión asesinarlo. La batalla final ocupa ¡45 minutos! de acción y tensión, carne humana cortada, espadazos errados, barro, sangre: la demostración más virtuosa posible de que Miike sigue teniendo la receta para sorprendernos.
Gabi on the roof in July -Lawrence Michael Levine
Lawrence Michael Levine dirige Gabi on the Roof in July, al mismo tiempo que interpreta a uno de sus protagonistas, Sam: un joven artista en la lucha por llevar adelante su vida en Nueva York. Tras el divorcio de sus padres, recibe en su departamento a Gabi (Sophia Takal, a su vez productora del film), hermana ingobernable de veinte años, supuestamente de visita para pasar el verano; durante el cual ambos inician una etapa de encuentros y desencuentros en sus romances que servirán de contrapunto con las dificultades en su relación como hermanos. En un estilo despojado y libre, el film de Levine logra combinar algunos de los mejores elementos del cine independiente norteamericano –destellos cómicos en clave low-fi, un cierto afán cassaveteano en la ligereza de la puesta en escena, naturalidad en la interpretación– en un relato que toma la herencia de las décadas pasadas para transformarla en algo refrescantemente nuevo.
Fleurs du mal -David Dusa
Gecko es un pibe parisino que practica una especie de parkour híper-estilizado como forma de sobrellevar el caos urbano. Ocasionalmente, se envuelve en un traje de botones de hotel para ganar algo de plata y, como él dice, “gastarla sólo en viajes e internet”. Anahita (o Miss Dalloway, respetando su identidad virtual) es una chica iraní que está de visita en París; aunque, más que turístico o estudiantil, el motivo de su viaje parece tener algo de exilio, según lo dejan entrever las conversaciones por Skype con su madre y los videos de la represión policial en su país (durante las manifestaciones por las elecciones presidenciales de 2009) que mira compulsivamente por YouTube. Con una apariencia de tranquilidad, pero sin privarse de algunas explosiones narrativas, la ópera prima de Dusa es la historia sencilla de Gecko y Anahita, de cómo se conocen, cómo se enamoran y, por más trillado que suene, de cómo su amor es capaz de dejar al complicado mundo que los rodea reducido a un tamaño insignificante.
18 cigarrillos y medio -Marcelo Tolces
“El cigarrillo nos permite comunicarnos con el fuego sin ser consumidos por él”, se anuncia en letras blancas en la pantalla antes de la aparición de los protagonistas de 18 cigarrillos y medio. Eso es lo que fuma Ezequiel a lo largo de todo el film, que recoge tan sólo un pequeño fragmento de una vida repleta de búsquedas e incertidumbres.
sí es como podremos seguir a este joven y a sus amigos por diferentes lugares y contextos, exclusivamente en los momentos que transcurren entre que Ezequiel prende un cigarrillo y lo termina. Así es como todos los contecimientos atravesados, como la visita a un prostíbulo y la golpiza que le propicia el nuevo novio de su ex, serán reconstruidos luego verbalmente, cenicero de por medio. De esta manera peculiar se entreteje la historia entre Ezequiel y Vivian (la muchacha que tiene nuevo novio), un romance pasado que él no parece dar por cerrado. Ellos se habían hecho un promesa: en vez de, si algún día se peleaban ambos tendrían derecho a pedir un último beso, y exactamente eso es lo que le busca Ezequiel.
13 assassins -Takashi Miike
El hiperactivo, ultraviolento, súper-excesivo Miike parece haber dejado varios prefijos por el camino para construir esta película. Y ese camino no es otro que el del samurai, pero antes de que piensen cualquier cosa –si algo aprendimos de Miike es a pensar cualquier cosa–, hay que decir que 13 Assassins no intenta parodiar al cine clásico de samurais ni darle una vuelta de tuerca. No: ésta es una película de samurais en toda regla, con sus personajes de una sola pieza, sus apropiados tonos crepusculares, incluso con más rigor histórico que muchas otras, como queda claro desde el detallista suicidio ritual del principio. Partiendo del film homónimo de 1963, Miike despliega pacientemente su visión de la decadencia del shogunato (a mediados del siglo XIX), centrándose en el sádico señor feudal Naritsugu y el equipo de guerreros, al mando del legendario Shinzaemon, quien tiene por misión asesinarlo. La batalla final ocupa ¡45 minutos! de acción y tensión, carne humana cortada, espadazos errados, barro, sangre: la demostración más virtuosa posible de que Miike sigue teniendo la receta para sorprendernos.
Gabi on the roof in July -Lawrence Michael Levine
Lawrence Michael Levine dirige Gabi on the Roof in July, al mismo tiempo que interpreta a uno de sus protagonistas, Sam: un joven artista en la lucha por llevar adelante su vida en Nueva York. Tras el divorcio de sus padres, recibe en su departamento a Gabi (Sophia Takal, a su vez productora del film), hermana ingobernable de veinte años, supuestamente de visita para pasar el verano; durante el cual ambos inician una etapa de encuentros y desencuentros en sus romances que servirán de contrapunto con las dificultades en su relación como hermanos. En un estilo despojado y libre, el film de Levine logra combinar algunos de los mejores elementos del cine independiente norteamericano –destellos cómicos en clave low-fi, un cierto afán cassaveteano en la ligereza de la puesta en escena, naturalidad en la interpretación– en un relato que toma la herencia de las décadas pasadas para transformarla en algo refrescantemente nuevo.
Fleurs du mal -David Dusa
Gecko es un pibe parisino que practica una especie de parkour híper-estilizado como forma de sobrellevar el caos urbano. Ocasionalmente, se envuelve en un traje de botones de hotel para ganar algo de plata y, como él dice, “gastarla sólo en viajes e internet”. Anahita (o Miss Dalloway, respetando su identidad virtual) es una chica iraní que está de visita en París; aunque, más que turístico o estudiantil, el motivo de su viaje parece tener algo de exilio, según lo dejan entrever las conversaciones por Skype con su madre y los videos de la represión policial en su país (durante las manifestaciones por las elecciones presidenciales de 2009) que mira compulsivamente por YouTube. Con una apariencia de tranquilidad, pero sin privarse de algunas explosiones narrativas, la ópera prima de Dusa es la historia sencilla de Gecko y Anahita, de cómo se conocen, cómo se enamoran y, por más trillado que suene, de cómo su amor es capaz de dejar al complicado mundo que los rodea reducido a un tamaño insignificante.
18 cigarrillos y medio -Marcelo Tolces
“El cigarrillo nos permite comunicarnos con el fuego sin ser consumidos por él”, se anuncia en letras blancas en la pantalla antes de la aparición de los protagonistas de 18 cigarrillos y medio. Eso es lo que fuma Ezequiel a lo largo de todo el film, que recoge tan sólo un pequeño fragmento de una vida repleta de búsquedas e incertidumbres.
sí es como podremos seguir a este joven y a sus amigos por diferentes lugares y contextos, exclusivamente en los momentos que transcurren entre que Ezequiel prende un cigarrillo y lo termina. Así es como todos los contecimientos atravesados, como la visita a un prostíbulo y la golpiza que le propicia el nuevo novio de su ex, serán reconstruidos luego verbalmente, cenicero de por medio. De esta manera peculiar se entreteje la historia entre Ezequiel y Vivian (la muchacha que tiene nuevo novio), un romance pasado que él no parece dar por cerrado. Ellos se habían hecho un promesa: en vez de, si algún día se peleaban ambos tendrían derecho a pedir un último beso, y exactamente eso es lo que le busca Ezequiel.
2 comentarios:
Magnífica lista, está llena de buenas historias y directores más que estupendos, yo suelo prepararme para algunos festivales pero termino llendo a ver pocas películas, soy algo flojo y al final termino persiguiéndolas extemporáneamente. Algunos directores los conosco, otros no. La última cinta de Miike luce bien, como que ya me enganche con ese realizador. Un abrazo.
Mario.
El año pasado dejé pasar una (Do It Again, un falso documental sobre un periodista que se dispone a juntar a los Kinks -mi banda preferida por cierto-) por temas de horarios y nunca más la conseguí. Así que ahora aprovecho y veo cuanto pueda.
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