08 julio 2012

El nuevo Spiderman

Parecía pronto para comenzar de cero otra vez la historia del Hombre Araña. Sam Raimi supo hacer un buen trabajo en las primeras dos películas pero perdió totalmente el rumbo en la tercera parte, convirtiéndola en un cierre (forzado, porque al principio esta nueva Spiderman iba a ser una cuarta parte, hasta que todos los nombres de las anteriores comenzaron a bajarse) aburrido rejunte de ideas que tratadas por separado y con más cuidado podrían haber resultado más interesantes.


Aquí, Marc Webb, aquel director que nos enamoró con su 500 Days of Summer, se reúne con un Andrew Garfield en el traje de Spiderman y una Emma Stone como Gwen Stacy. Martin Sheen y Sally Field son los tíos de un Peter Parker que desde pequeño vive con ellos tras la desaparición de sus padres (que en las películas de Raimi no aparecían para nada). Denis Leary es el oficial que se pone en contra de Spiderman y es también el padre de Gwen. Y Rhys Ifans (actor que me encanta, debo decir) es el villano de turno, el Lagarto. Advierto que hay algunos spoilers de aquí en adelante...

Andrew Garfield, más allá de sus veintilargos años en su vida real, se pone en la piel del sorprendente hombre araña, un adolescente que sufre las gastadas en la secundaria, que todavía siente la ausencia de su padre aunque tenga la figura paterna de su tío, que se enamora y que, como si todo eso fuera poco, se encuentra repentinamente con habilidades a las que tiene que ir acostumbrándose y aprender a darle un uso. A quien se le haya ocurrido que Garfield fuera Spiderman, yo le haría un monumento. Imposible no empatizar con él, no quererlo, no sufrir; su carita de adolescente... Y encima lo tenemos con Emma Stone. Las escenas entre ellos dos son divinas. Y la química, innegable. La forma en que se miran, en que se sonríen, en medio de esos silencios incómodos, y frases tímidas. El primer beso, que se sucede justo cuando él, al no poder decírselo con palabras, le demuestra que es Spiderman; la carita de Emma, parecería casi que fuera a llorar por lo complicado que todo se percibe ahora.


Rhys Ifans da vida al científico Connors, que luego va a terminar convirtiéndose en el Lagarto. Mientras en la puerta del dormitorio de Peter cuelga un cartel con la foto de Einstein y su cita "La imaginación es mejor que el conocimiento", Richard Parker y Curt Connors se unieron imaginando un 'mundo mejor', sin enfermedades. Pero por supuesto las cosas no salen como esperaban, el reloj avanza y se ve forzado a probar el experimento en su propio cuerpo. Y así nace El Lagarto. Al leer críticas y oír comentarios veo que no terminó de convencer este villano. A mí me gustó, sus ganas de volver a sentirse completo, su dualidad, sus voces en la cabeza, al fin y al cabo no es malo el Lagarto, lo sabemos. O quizás a mí me gusta mucho Rhys Ifans y no puedo conmigo misma.

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Si a mi me preguntan, la película funciona. Yo la disfruté muchísimo (la vi dos días seguidos en el cine, incluso). Me gustó desde varios aspectos. Las escenas entre ellos son las que más me gustaron, no lo pude evitar. Pero tiene varios gags (en algún momento de la película uno tras otro), escenas de acción, alguna un poco más conmovedora (es como la escena que no puede faltar pero a la vez sirve para que al final Spiderman recibiera un pequeño empujoncito de ayuda)... La banda sonora es preciosa. Y como me dijo alguien por allí, me parece que es un Spiderman con mucho corazón, más alejado del nerd de Tobey Maguire.

La escena en la mitad de los créditos me dejó pensando bastante.Así que espero la trilogía que se espera se cumpla como promete.

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