09 septiembre 2012

A la deriva


Mucho dice de un personaje, que su primera escena sea caminando con sus cosas tranquilamente hacia el agua, para así tirarse, y esperar ahogarse. Aunque luego pida ayuda, al no ser tan rápido como uno podía imaginar. Leonard (un Joaquin Phoenix siempre magnífico) lo ha intentado una vez más.

Hay personajes (y creo personas) que nunca van a poder ser felices. Y Leonard es una de ellas. No sólo por la amarguísima desilusión que sufre al final, que lo hace quedarse con la opción que él descartó, sino por su vulnerabilidad. Creo que el problema reside cuando uno deposita su posibilidad de ser feliz en alguien más.


Leonard viene de una decepción amorosa muy grande, y de repente conoce a dos mujeres. Ambas son de apariencia frágiles, pero una representa lo seguro mientras que la otra, lo volátil. Y Leonard quiere esa volatilidad. Porque siente que la ama, que nunca la dejaría, que no le haría daño. Y la ve tan rota, siempre tras vanas ilusiones en su relación que a nada la lleva. Repito expresiones que he escrito en otro post reciente, lo sé.


Two Lovers me pareció un gran film. Con esos climas asfixiantes, fríos, nublados. Y Joaquin como un personaje que necesita cariño, como un niño, que es quien se acomoda entre los brazos de su amante, en lugar de abrazarla a ella en la cama.

Y sí... hay películas que un poco te parten al medio. Y yo, que no soy nada masoquista (tono irónico on), son las que más disfruto. Sobretodo un domingo (el día más deprimente de la semana) sola en casa.

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