Y de repente, así como quien no quiere la cosa, llegó diciembre. Llegó el último mes del año. Ése que se siente como el viernes de los meses. Pero no lo es, otro año no es igual que otra semana. A esta altura pensábamos que íbamos a tener muchas cosas resueltas, o cambiadas, y no siempre sucede. No siempre me sucede. Por eso dejé de hacer resoluciones, porque los balances finales no me daban.
A veces siento como si el tiempo pasara velozmente mientras yo doy pasos chiquititos y lentos. No voy al mismo ritmo, por eso no me siento como de los veintiocho años que estoy por cumplir en un par de semanas.
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