¿Por qué me había llamado la atención? Por sobre todas las cosas por ser sobre él, el bendito Marqués de Sade, esa persona y personaje, de los más interesantes para mí de la historia. Me gustan sus obras (confieso de todos modos que 120 jornadas de Sodoma no lo terminé de leer), sus pensamientos, lo que provoca en la gente, lo que inspira... Mencionar por ejemplo, Quills, y el fantástico retrato que nos ofrece el siempre genial Geoffrey Rush, una de mis interpretaciones preferidas del cine.
Pero vayamos a la obra en cuestión. Puesta en escena en el Teatro El Cubo (que no conocía), con un elenco de 30 personas, el musical cuenta hechos, representa metáforas, los acompaña con un poco de glam y rock, acrobacias, y mucha sensualidad. Y habla sobre el Marqués de Sade, en la piel de Nicolás Pérez Costa, quien además es autor de la obra.
El elenco es totalmente desconocido para mí, es una obra del off, pero no hay uno que no esté bien. Los diálogos me parecieron brillantes (de hecho me gustaron mucho más que las letras de las canciones, por ejemplo el personaje del Marqués tiene unas líneas brillantes y filosas que se me quedaron muy grabadas). El relato se torna muy ameno aunque por ahí la última mitad del segundo acto lo sentí un poquito más denso (nada grave, prometo). Y salí contenta. Porque me gustó mucho.
Como les conté, era la última función pero sigan @sadicamusical que dijeron reestrenaban prontito y los viernes (que son mucho más cómodos para este tipo de cosas). No la dejen pasar. Porque es una propuesta interesante y diferente.
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