10 diciembre 2011

Narciso Ópera Rock, en su despedida


Narciso toma forma y cuerpo en la Ópera Rock que Mariano Taccagni y Damián Mahler nos ofrecían hasta hace unos días en el Teatro El Cubo. Sí, porque la función a la cual asistí fue la despedida. Quizás en algún año la retomen, pero por ahora no puedo recomendarla porque sería cruel de mi parte ya que no tendrían opción de verla. Una pena.

La historia de Narciso es conocida. Aquel hombre que se enamora de su propio reflejo y se ahoga en él, lugar donde luego nace la flor con ese nombre.

Aquí nos cuentan una historia de amor y miedo al compromiso, de una necesidad, más que de amar, de ser amado. Una necesidad tan pero tan fuerte que lo lleva finalmente a quedarse solo. Porque el amor que necesita es más del que un humano puede dar.

La joven a la que desea hasta que finalmente la tiene. El amigo que se va a casar y para no perderlo tiene algo con su mujer, como si al tenerla a ella también lo tuviera a él.

Pero bueno, esto es lo que tiene que ver con lo que se cuenta. Lo interesante de esta obra es cómo se cuenta. Con la banda de fondo en el escenario, a la vista de todos, una construcción escénica minimalista, y pocos pero grandes intérpretes cantando, actuando, mimetizándose en sus personajes, la experiencia es estremecedora.


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