Ain't them bodies saints es ante todo una historia de amor. La definen esos primeros minutos, entre los bonitos Casey Affleck y Rooney Mara. El amor que sienten el uno por el otro y luego por el fruto de ese amor, es lo que va a mover a los protagonistas. De una historia tan simple, en la cual el hecho de que ellos sean delicuentes no es más que un detalle, surge un film más preocupado en transmitir emociones que en contar una gran historia.
No pasan tantas cosas a lo largo del film, pero así como nos enamoramos en ese bello prólogo, es que vamos a transitar por las diferentes emociones que el director nos propone. Con una fotografía cruda que rememora y bastante a Terry Malick (y no sólo la fotografía y ojo que no habla una gran admiradora del director), la trama política y social casi no importa. Es más bello detenerse en esa espera que dura varios años pero podría haber durado más, si se sabía que la recompensa iba a ser estar otra vez juntos. O cuando el tercero en discordia siente su corazón romperse tras verlos juntos de nuevo, sin necesitar decirse nada.
Porque así pasaron todos estos años. Amándose a la distancia, sin poder verse, tocarse, besarse, sólo a través de un intercambio de cartas en las cuales se repetía lo mismo. Él va a volver por ella. Ella lo va a esperar. A esto se reduce la historia principal de la película. Simplemente al amor. Hay algo más en el fondo. Gente que no los quiere juntos, o la falsa inocencia de ella que ya parece estar cansándose de fingir. Pero son detalles.
Maybe I’m just foolin’ you all.
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