Anoche Pepe Cibrian nos dio un gustito y nos permitió despedirnos de nuestro querido Conde en una noche hermosa dedicada más que nada a sus fanáticos. Lo digo porque no fue de las más perfectas de las presentaciones (de hecho hasta en algún momento se cortaron las luces del escenario y casi a oscuras siguieron unos minutos hasta que se solucionó), pero nunca se oyeron tantos aplausos y hasta el propio Pepe nos dejó sacar fotos durante toda la función (yo me dediqué más a disfrutar de la obra que a sacar fotos, la verdad) y Ángel Mahler nos invitó a cantar, los coros.
Mi querido Conde Drácula, mi personaje ficticio preferido, descansa ahora en su ataúd y se levantará recién dentro de 5 años. ¿Quién sabe dónde estaré yo dentro de 5 años? Prefiero ni pensarlo.
Pero Drácula, y no hablo sólo del musical, significa mucho para mí. Representa un amor más grande del que creo sea posible vivir alguna vez en la vida. Representa mis fantasías más oscuras.
En fin, restará escuchar el cd y, cuando salga, tal como prometieron, disfrutar del dvd.
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